jueves, 23 de septiembre de 2010

Innovación simple, compleja y ambientes embebidos

El ingenio, formas creativas de ver las cosas, un orden distinto en las disposiciones o paradigmas que guían los procesos de negocios, son asociados a innovación “simple”, es decir, formas de innovación en la que tenemos la sensación de que cualquier persona puede aportar. Este tipo de innovación se presta para ser trabajados en sistemas de innovación con redes amplías de contacto, sistemas abiertos, y ha sido vehículo de grandes cambios en distintos sistemas productivos e industrias. En el artículo “Eligiendo el camino de la T grande” del profesor Ruelas Gossi, este anima a los países en desarrollo, las empresas sin una historia de innovación a seguir el camino de la innovación basada en modelo de negocios. En términos de política pública, para animar este tipo de innovación se hace mediante políticas que: levanten burocracias, estimulen concursos abiertos sobre desafíos conocidos, creación o aumento de las fuentes financieras de profundización de conceptos, mejorando canales de contacto entre las partes de un sistema de innovación, generando cultura e incentivos directos al emprendimiento, etc.

Por otra parte, y considerando que las terapias génicas pueden ser un avance tremendo para el mundo y una gran innovación, ¿Es posible imaginarse que cumple el mismo patrón de búsqueda de las anteriores? Pues no, hay un tipo de innovación “compleja”, que en general se procesa a través de proyectos “orientados por misión” y están a cargo de equipos expertos, ejemplo: el proyecto Manhattan, o la fusión nuclear. Las empresas al evolucionar en sus sistemas de innovación, van muchas veces profundizando hacia sistemas basados en I+D con acceso restringido sólo para expertos, donde las capacidades están dadas por los talentos científicos y la infraestructura tecnológica, ¿es posible ser competitivos en sistemas de nanotecnología no teniendo microscopios? En el idioma de Ruelas Gossi esta es innovación de t chica, donde los países desarrollados mandan. Al contrario de lo anterior, donde la velocidad de juego, la calidad de las redes, definen el estándar competitivo, en estos sistemas la aglomeración de talentos, la inversión en equipos, la calidad de los encajes entre ambos y la conexión con grandes marcas que lleven productos exitosamente a mercado determina el estándar competitivo. En este sentido, las políticas públicas que estimulan la generación de capacidades para este tipo de innovación están ligadas al desarrollo de polos de ciencia y tecnología, y tienen lógicas de inversión opuestas a las anteriores.

Los ambientes embebidos son espacios donde hay una historia de innovaciones, masa crítica de innovadores, y coexisten habilidades blandas ligadas a la T grande con capacidades duras ligadas a la t chica, hoy en día el nombre ha migrado hacia “ecosistemas de innovación y emprendimiento” debido a la naturaleza evolutiva que se les reconoce y a la particularidad de estar en un enclave determinado; son capacidades dinámicas que se van incrustando en el tiempo en un espacio referente y a través de un conjunto finito de miembros del ecosistema; las ventajas se construyen basadas en: conocimiento tácito, infraestructura y cultura. Ejemplos destacados en el mundo son: Silicon Valley y el ecosistema entorno a la Universidad de Stanford; el polo biotecnológico alrededor de la Universidad de Cambridge. El lograr estos ambientes embebidos o ecosistemas de alta productividad de innovación de alto impacto, parece central para mantener estándares de competencia sustentables en sectores estratégicos para países desarrollados. Por la naturaleza evolutiva de estos ambientes, las políticas públicas que buscan potenciarlos están ligadas a focalizaciones que ayuden a su desarrollo sin “intervenir” su naturaleza. Así, para sistemas desde la oferta –innovación basada en ciencia, compleja- las políticas que estimulan donaciones a centros de estudio, fuertes endowments a los sistemas más competitivos, concentración del gasto de ciencia, son las recetas más utilizadas, los países desarrollados con institucionalidad científica robusta han utilizado preferentemente estás políticas. Por otra parte, economías pequeñas que no tenían un patrimonio competitivo en ciencia han preferido concentrarse en sus sectores o aglomeraciones productivas destacadas, clusters, de modo de focalizar ahí el estímulo en ecosistemas competitivos, intentando potenciar habilidades más que sectores dentro de estos sistemas.

Chile va superando la barrera de los US$ 14.000 per capita, es decir, ya no es una economía emergente claramente de T grande, en realidad en pocos años debería encaminarse decididamente hacia la t chica, ¿Cómo preparase? ¿Que “músculos” se necesitan crear en los próximos años para sumar las fuerzas necesarias que nos lleven al desarrollo? La creación de ambientes embebidos, ecosistemas -o como se les quiera llamar-, requiere de focalización de la inversión en innovación, este no es un tema menor cuando surgen una serie de fuerzas contrarias a la concentración: regionalismo, defensa de sectores productivos –completos-, negación de la política industrial, conformismo con la innovación simple, etc. El tema final es que es difícil imaginar que ser competitivo, innovador y sofisticado –lo que nos llevara al desarrollo- en un mundo tremendamente competitivo, informado y conectado, no pase por focalizar esfuerzos y generar ecosistemas notables en nuestro país, sistemas que: atraigan talento y no lo expulsen; que creen y mantengan infraestructura, y no la destruyan; y que sea capaz de generar historia y cultura de éxito, y la abracen y cuiden.

Basado en apuntes del profesor Paul Nightingale SPRU, Sussex.