“Las personas lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar
el mundo son las que lo cambian”.
Anuncio “Piensa Diferente”, Apple, 1997.
"Hacer lo imposible es bastante divertido".
Walt Disney
“Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida
está rodeada de sueños.”
William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.
Revisando el
último libro del brillante Roger Martin, decano de la Rotman School of Management,
“Playing to Win” (Lafley, A. G. & Martin, R., 2013), donde propone como
diseñar estrategias de alto impacto, este fija el punto de partida en los
desafíos de crecimiento. Es decir, toda la estrategia queda orientada al
desafío, luego se va deconstruyendo hacia el entendimiento de la arena donde se
compite y luego termina con las lógicas para lograr ventajas competitivas a
través de sistemas engarzados de actividades y recursos.
¿Qué importancia
tiene esto? Pues mucha. La última semana me encontraba orientando a un
emprendedor con tremendas capacidades en el negocio que iniciaba, y me decía algo
como “Bueno, y así iremos creciendo orgánicamente, pienso que el primer año le
puedo pedir unos $ 3 millones a la empresa”; le replico “Es decir, ¿Ud. piensa que
si tiene un muchacho excelente para el futbol de 12 años, lo va a llevar a
jugar a la cancha del barrio y ahí si tiene talento lo vera alguien que sepa, y
así irá ascendiendo hasta llegar a Italia?”. También, les he preguntado a mis
alumnos, de que creen que depende el crecimiento de una empresa pequeña, ¿de su
potencial/talento, o de sus desafíos? Y siempre la respuesta mayoritaria es “de
su talento”.
No es así. Los
grandes emprendedores, las mayores innovaciones, salen de gente que se desafía
y que por esto es capaz de atraer talento, lograr innovaciones geniales, romper
fronteras y estándares prefijados. El gran conductor del crecimiento es el
desafío, es la imposición de fronteras fuera de lo posible desde alguien que
toma acción para realmente lograrlo. Como dice Shakespeare “El hombre está
hecho de la madera de sus sueños”.
De este modo,
las innovaciones no son distintas de cualquier actividad de negocios, y por
esto su crecimiento depende de las ambiciones de sus gestores. En este sentido
existe mucha evidencia histórica de que grandes invenciones no se desarrollaron
de la mano de sus descubridores, sino de quienes soñaron grandes cosas a partir
de ellas, ejemplos son el desarrollo histórico de las anilinas en Alemania y no
en Inglaterra donde fueron descubiertas.
Así, dos
reflexiones respecto de qué falta a nuestro ecosistema nacional de innovación
en términos de desafíos, o ¿Por qué no ha sido capaz de crear el próximo
Google?
Pues uno de
los grandes problemas nacionales son los sueños. Nuestra educación no es
particularmente global, somos bastante austeros al plantearnos metas, y
tempranamente, al parecer, tendemos a “apagar” a quienes piensan distinto. En
las empresas pequeñas y medianas las metas tienden a ser ajustadas a visiones locales,
los emprendimientos nacen centradas en productos/servicios y no en metas
empresariales. Todo esto está fijado en nuestro “mindset” temprano, y la forma
de cambiarlo es a través de la educación. Respecto de esto las recetas para
mejorar son incluir: creatividad, emprendimiento e innovación, en los programas
educativos; aumentar también artes –que suma una manera de mirar el mundo más
sofisticada- y deportes –que suma la competencia y el desafío.
El otro tema
es la estructura económica. Está debe ser más inclusiva. Inclusiva implica
invitar o mantener puertas abiertas a la actividad económica a espacios de la
sociedad que podrían haber estado relegados y que son primeros entrantes. Pero ¿Por
qué la inclusión puede aportar nuevos desafíos, crecimiento? Porque históricamente
los nuevos entrantes tienen dos condiciones excelentes para la innovación.
Primero, tienen nuevas ambiciones, “hambre”, desafíos instalados más profundamente
en su ser –ejemplo, fue el impacto de los inmigrantes en muchísimas sociedades-;
Segundo, son una mirada fresca, desconocen las barreras autoimpuestas de las sociedades
ya asentadas, y por lo tanto, al establecer sus desafíos muchas veces superan
con creces las fronteras habituales a la sociedad donde irrumpen –ejemplo, las
actuales ejecutivas mujeres en las empresas de silicon valley-. Este abrir
puertas es uno de los cambios más difíciles en las sociedades, y es el real
cambio de una sociedad tradicional a una innovativa. El libro “¿Por qué fracasan
los países?” de Acemoglu y Robinson (2012) da ejemplos históricos eruditos
respecto de este tema y hoy se ha vuelto un texto indispensable para cualquier
estudiosos del desarrollo económico.
En resumen,
para crecer más que talento necesitamos desafíos, sueños, y capacidad para
abrir las puertas a la sociedad de forma de que logre avanzar en perseguirlos.
Chile necesita avanzar en cambios a su educación, masivos e inclusivos. El
abrir puertas al ingreso de mujeres al mundo laboral, la inmigración, la “real” meritocracia los programas masivos de educación de las PYMEs, la apertura a la
educación técnica de calidad a los jóvenes de primera generación, el acceso a
verdaderas universidades, etc. todas estas vías serán los verdaderos
conductores del paso al desarrollo.