sábado, 18 de mayo de 2013

El crecimiento en los emprendimientos ¿Potenciales o desafíos?



“Las personas lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo cambian”.
Anuncio “Piensa Diferente”, Apple, 1997.

"Hacer lo imposible es bastante divertido".
Walt Disney

“Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueños.”

William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.

Revisando el último libro del brillante Roger Martin, decano de la Rotman School of Management, “Playing to Win” (Lafley, A. G. & Martin, R., 2013), donde propone como diseñar estrategias de alto impacto, este fija el punto de partida en los desafíos de crecimiento. Es decir, toda la estrategia queda orientada al desafío, luego se va deconstruyendo hacia el entendimiento de la arena donde se compite y luego termina con las lógicas para lograr ventajas competitivas a través de sistemas engarzados de actividades y recursos.

¿Qué importancia tiene esto? Pues mucha. La última semana me encontraba orientando a un emprendedor con tremendas capacidades en el negocio que iniciaba, y me decía algo como “Bueno, y así iremos creciendo orgánicamente, pienso que el primer año le puedo pedir unos $ 3 millones a la empresa”; le replico “Es decir, ¿Ud. piensa que si tiene un muchacho excelente para el futbol de 12 años, lo va a llevar a jugar a la cancha del barrio y ahí si tiene talento lo vera alguien que sepa, y así irá ascendiendo hasta llegar a Italia?”. También, les he preguntado a mis alumnos, de que creen que depende el crecimiento de una empresa pequeña, ¿de su potencial/talento, o de sus desafíos? Y siempre la respuesta mayoritaria es “de su talento”.

No es así. Los grandes emprendedores, las mayores innovaciones, salen de gente que se desafía y que por esto es capaz de atraer talento, lograr innovaciones geniales, romper fronteras y estándares prefijados. El gran conductor del crecimiento es el desafío, es la imposición de fronteras fuera de lo posible desde alguien que toma acción para realmente lograrlo. Como dice Shakespeare “El hombre está hecho de la madera de sus sueños”.

De este modo, las innovaciones no son distintas de cualquier actividad de negocios, y por esto su crecimiento depende de las ambiciones de sus gestores. En este sentido existe mucha evidencia histórica de que grandes invenciones no se desarrollaron de la mano de sus descubridores, sino de quienes soñaron grandes cosas a partir de ellas, ejemplos son el desarrollo histórico de las anilinas en Alemania y no en Inglaterra donde fueron descubiertas.

Así, dos reflexiones respecto de qué falta a nuestro ecosistema nacional de innovación en términos de desafíos, o ¿Por qué no ha sido capaz de crear el próximo Google?

Pues uno de los grandes problemas nacionales son los sueños. Nuestra educación no es particularmente global, somos bastante austeros al plantearnos metas, y tempranamente, al parecer, tendemos a “apagar” a quienes piensan distinto. En las empresas pequeñas y medianas las metas tienden a ser ajustadas a visiones locales, los emprendimientos nacen centradas en productos/servicios y no en metas empresariales. Todo esto está fijado en nuestro “mindset” temprano, y la forma de cambiarlo es a través de la educación. Respecto de esto las recetas para mejorar son incluir: creatividad, emprendimiento e innovación, en los programas educativos; aumentar también artes –que suma una manera de mirar el mundo más sofisticada- y deportes –que suma la competencia y el desafío.

El otro tema es la estructura económica. Está debe ser más inclusiva. Inclusiva implica invitar o mantener puertas abiertas a la actividad económica a espacios de la sociedad que podrían haber estado relegados y que son primeros entrantes. Pero ¿Por qué la inclusión puede aportar nuevos desafíos, crecimiento? Porque históricamente los nuevos entrantes tienen dos condiciones excelentes para la innovación. Primero, tienen nuevas ambiciones, “hambre”, desafíos instalados más profundamente en su ser –ejemplo, fue el impacto de los inmigrantes en muchísimas sociedades-; Segundo, son una mirada fresca, desconocen las barreras autoimpuestas de las sociedades ya asentadas, y por lo tanto, al establecer sus desafíos muchas veces superan con creces las fronteras habituales a la sociedad donde irrumpen –ejemplo, las actuales ejecutivas mujeres en las empresas de silicon valley-. Este abrir puertas es uno de los cambios más difíciles en las sociedades, y es el real cambio de una sociedad tradicional a una innovativa. El libro “¿Por qué fracasan los países?” de Acemoglu y Robinson (2012) da ejemplos históricos eruditos respecto de este tema y hoy se ha vuelto un texto indispensable para cualquier estudiosos del desarrollo económico.

En resumen, para crecer más que talento necesitamos desafíos, sueños, y capacidad para abrir las puertas a la sociedad de forma de que logre avanzar en perseguirlos. Chile necesita avanzar en cambios a su educación, masivos e inclusivos. El abrir puertas al ingreso de mujeres al mundo laboral, la inmigración, la “real” meritocracia  los programas masivos de educación de las PYMEs, la apertura a la educación técnica de calidad a los jóvenes de primera generación, el acceso a verdaderas universidades, etc. todas estas vías serán los verdaderos conductores del paso al desarrollo.